Lo particular de mi primera vez es que previamente a esto solía ser una persona que odiaba la marihuana.
Pasé años de mi vida despreciando y subestimando esta planta maravillosa por mi crianza: vengo de Venezuela y en mi país formaba parte de una sociedad llena de tabúes en la que se cree fervientemente que “la marihuana es el primer paso a otras drogas” o “el marihuanero no es de fiar“. Uno de mis recuerdos de infancia es haber estado con mi hermano y de pronto oler el penetrante aroma del humo que provenía de un parque cercano a la casa. El inmediatamente me dijo con seriedad y tono amenazante “Eso es marihuana. Cuando huelas eso aléjate, esa gente solo trae peos [sic:“problemas”]”.
Tuve amigos que fumaban marihuana y, aunque intentaba no juzgarlos, procuraba alejarme cuando lo hacían pues temía poder tener cualquier problema con la ley.
Sin embargo, mis amigos siempre fueron respetuosos y nunca me incitaron a fumar con ellos. Aún hoy sigo considerando que eran muy jóvenes para esto, porque entiendo que a esas edades la sensación de confort puede llegar a engañar como algo definitivo si fumas constantemente.
Ya en la universidad participé en varios debates de pasillo con mis ahora colegas. En esas conversas ellos hablaban de legalización y yo admitía que me parecía bien, siempre y cuando se volviera inaccesible, tuviera altos impuestos y se controlaran las cantidades que se le proporcionaban al “adicto“. Decía estas aberraciones mientras de manera hipócrita sostenía un cigarrillo Lucky Strike (en ese entonces era fumador de tabaco), creyendo que el tabaco, era algo “mejor” por ser legal. Hoy me arrepiento de todas y cada una de esas palabras.
Fue hace casi 10 años que mi mejor amigo (una persona extremadamente visionaria) me comentó que el mercado del cannabis sería el futuro, y que debíamos pensar en incursionar en ese campo.
Yo me negué rotundamente, estaba convencido de que la ilegalidad de la marihuana sería permanente. Además cuando él hacía cualquier referencia al tema, no podía evitar relacionar la imagen de la marihuana con algún oscuro narcotraficante, o un desgarbado “Jibaro” (dealer o camello) que vendiese psicotrópicos a niños en forma de caramelos.
Como Europa cambió todo
Vivir una corta estancia en Estados Unidos me había abierto un poco la mente, especialmente al ver como comenzaba a tomarse cada vez más en serio el tema del cannabis medicinal. Luego llegue a Europa, a mis treinti-tantos, recuperando viejas amistades de la universidad.
Pasado un tiempo (y luego de encontrarme constantemente el “penetrante olor” por las calles de Madrid) mi amigo Antonio* me invitó a probar un porro. Al principio dudé, pero otra amiga -Rosa*- me convenció de intentarlo. Me dije a mi mismo: “Acá las cosas son diferentes y además, no creo que me guste”. Nuevamente, estaba equivocado.
Así que ahí estaba, en un balcón en el centro Madrid, pensando:
“Esto es la panacea”
Antonio me guió y me dijo que probara primero una calada, a ver como me sentía.
Yo, orgulloso ex-fumador, di más de una y sucedió algo increíble: el tiempo se detuvo. Probablemente ese haya sido uno de los días “más largos” de mi vida!
Lo mejor de todo no fue la sensación de cómo se altera el tiempo, sino percatarme de como y cuanto mis pensamientos se calmaban (debo aclarar que soy una persona ansiosa, y nunca había encontrado tanta paz mental como en ese momento).
Pude apreciar el movimiento de las nubes… el stress de ser inmigrante desapareció y pude disfrutar de un momento único. Así que ahí estaba, en un balcón en el centro Madrid, pensando: “Esto es la panacea”.
Antonio había preparado unas pizzas instantáneas para el bajón y en ese momento (y en ese estado) fueron las mejores pizzas del universo.
De odiar al Cannabis, a fundar The Weedkly
Es probable que hayan leído historias de “primeras veces” en este semanario o quizás en otros sitios (como por ejemplo el relato previo a este escrito por Oripuce), pero la historia de como alguien que odiaba el cannabis terminó convirtiéndose en un activista y fundador de un semanario de la cultura cannabica sigue siendo inusual.
Lo cierto es que ese efecto particular del CBD y el THC calmando mis ansiedades, cambió mi vida: reduje considerablemente mi consumo de bebidas alcohólicas, empecé a estudiar de nuevo (sobre el cannabis, sus cepas, efectos y usos), decidí hacer un cambio de carrera y finalmente hice un par de llamadas (entre ellas a mi mejor amigo) y nació The Weedkly.
Así que, muchas gracias a Antonio por cambiarme la vida, a mi familia y amigos por apoyarme con The Weedkly, así como al maravilloso equipo con el que trabajo, que me esta ayudando a convertir esta idea, en un gran proyecto de vida.
*los nombres han sido cambiados para preservar la integridad de los involucrados.